Escriba las palabras que el Padre le da, hijo.
Porque sus palabras son verdad y son vida y van a revivir los corazones y las almas de todos los que los leen.
Las palabras del padre tienen el poder para levantar a las almas de los
hombres y restaurar la alegría de la salvación a todos los que las
escuchan.
Vamos, razonemos juntos, dice el Señor.
Si vuestros pecados fueren como la grana, serán limpiados de usted y usted será más blanco que la nieve.
El pecado nace del deseo de hacer su propia voluntad.
La voluntad del Padre se da a conocer a usted por su silbo apacible y delicado oiréis cuando llegas a solas con él en secreto.
La voz de sus propios pensamientos y deseos sólo se interpone en el camino.